jueves, 28 de enero de 2016

La comunidad de los sinvergüenza

            Formo parte de «La Comunidad de los sinvergüenza». Tengo el poder del Espíritu Santo. La suerte ha sido echada. Me he pasado de la raya. La decisión ya ha sido tomada. Soy un discípulo suyo. No voy a mirar atrás, amainar, desacelerar, alejarme o quedarme quieto. Mi pasado esta redimido, mi presente tiene sentido y mi futuro asegurado. He acabado con una vida miserable, con caminar por vista, planificar poco,  rodillas blandas y terminado con sueños en blanco y negro, visiones insulsas, hablar mundanamente, dando miserablemente y metas enanas.
            Ya no necesito pre-eminencia, prosperidad, posición, promociones, aplausos o popularidad. No necesito tener la razón, ser primero, estar en lo más alto, ser reconocido, alabado, mirado o premiado. Ahora vivo por su presencia, sostenido por fe, amor y paciencia, levantado por oración y la fuerza del trabajo.
            Mi rostro esta fijo, mis pasos rápidos, mi meta es el cielo, mi senda es estrecha, mi camino abrupto, mis compañeros son pocos, mi guía de fiar, mi misión clara; no puedo ser comprado, puesto en peligro, desviado, engatusado, no puedo deshacer el camino andado, debilitado o retrasado. No voy a ser conmovido de cara al sacrificio, no voy a dudar dentro de las adversidades, no voy a negociar en la mesa del enemigo, no me dejaré llevar por la popularidad, o vagabundear por la senda de la mediocridad.
            No me voy a dar por vencido, no voy a callar, no voy a aflojar, o estallar de ira hasta que lo exalte predicando, hasta que sepa como controlarme, hasta que haya pagado el precio. Voy a mantener mi posición estando de pie por la causa de Cristo.
            Soy un discípulo de Jesús, tengo que seguir hacia delante hasta que él vuelva. Dar hasta que no me quede nada, predicar hasta que todos sepan, y trabajar hasta que él pare.
            Cuando él vuelva y tome a los suyos, no tendrá ningún problema para reconocerme.
            Quedará bien claro quien soy.    

            Esto fue escrito por un joven de Ruanda que en el año 1980 fue obligado por su tribu a renunciar a Jesús o enfrentar la muerte. Rehusó a renunciar a Cristo, y fue matando inmediatamente. La noche anterior a ser asesinado escribió este texto, que fue encontrado después de su muerte. El texto habla por si mismo, pero quizás te hable a ti también. Quizás lograrás compararte con este joven con una sonrisa en los labios, porque en el fondo el mismo fuego que corría en su interior ahora mismo corre por tus venas. Estás dispuesto a declarar esto mismo a Dios porque cuando Jesús venga y busque a sus verdaderos discípulos quedará bien claro quién eres, o como dice el texto original, cuáles son tus colores verdaderos.


Referencias bibliográficas

Neil T. Anderson, Steve Goss, Freedom in Christ. Monarch Books. 2009.