lunes, 25 de septiembre de 2017

Sonríe

La gente dice que sonrío mucho; muchos me miran en plan... «no entiendo tu sonrisa» o «esta tía, ¿por qué sonríe?» Pero otras personas me han preguntado a la cara ¿cuál es la razón de tu sonrisa? Estás siempre feliz, ¿es que eres tan feliz? ¿no tienes problemas? Otras personas simplemente me devuelven la sonrisa.
Hubo una época en la que no sonreía, pero un antiguo profesor mío me dio a mí y a toda la clase una lista de razones por las cuales deberíamos sonreír. No me acuerdo de cuáles eran, solo me acuerdo de que me ofrecí voluntaria para leer la lista en voz alta. No me acuerdo tampoco nada de lo que aprendí en esa clase, pero ahora sonrío. Antes no lo hacía, pero ahora sí.
Aquí van algunas razones:
He trabajado y sigo trabajando con niños y ellos ríen y sonríen si tú lo haces. Se acercan a ti con más confianza; puedes hacer la cosa menos graciosa del mundo pero si sonríes y te ríes ellos te devuelven alegría a cambio y muchas risas. Unas sonrisas me facilitan en el trabajo, también me da alegría y además como me encanta hacer el ganso los niños se lo pasan genial.
Un niño y también un adulto aprende mejor cuando lo refuerzas positivamente. He intentado muchas veces hacer que un niño se porte bien y en el caso de los más imposibles han cooperado conmigo cuando empecé a ganarme su cariño. Como resultado yo también me encariñé, por tanto, gané en paciencia y regañar con amor siempre es más efectivo que con rabia. A veces o más bien en mi caso, todo comienza con una sonrisa.
Otra razón por la que está bien sonreír, es que la sonrisa es contagiosa, así que ves a gente pasar del ceño fruncido a arrugar los ojillos y ver sus dientes. Las mejores sonrisas empiezan en los ojos.
A me sale natural ya, y no sé cuando empezó, pero sé que no siempre fue así, también sé que no soy la persona más feliz del mundo y los problemas tampoco me han faltado, pero tengo esperanza que trae más esperanza.
Veo, o prefiero ver a las personas con esperanza, a pesar de que sé perfectamente que todo puede acabar en una gran decepción, otra vez. Pero a mí Dios me ha mirado con esperanza, me ha sonreído, me ha recordado quien soy para él y además me ha visto por lo que puedo ser, y no por lo que soy.
Si miráramos a las personas viendo todo su potencial, te aseguro que sonreírle a esa persona sería algo natural.
¿No sería bonito?
Desde luego que una sonrisa nos hace más bonicos y bonicas.