¿Sabéis esa sensación de sentirte siempre vigilado?, ¿vigilada? Miras siempre de un lado
para el otro asegurándote de que todo sigue en el mismo orden, de que esa persona
que te acaba de mirar extrañamente y te ha hecho estremecer hasta los huesos,
es simplemente una persona más. O mejor aún, cualquier objeto fuera de lugar es
algo que te hace desconfiar, ¡qué alguien ha estado por aquí! ¡lo sé!
Bueno pues ese no
es mi caso, ya me gustaría a mí que mi
vida fuera tan interesante como para preocuparme por eso.
Mi vida, que digo,
yo soy rara. Pero no es mi culpa, nací así.
Supongo un peligro para todos los demás y para mi misma. Así que ahora me puedo reír de Gran Hermano, el ojo que todo lo ve, yo no tengo uno, o una, tengo cientos. Todo está motorizado en mi habitación. Mi vida es la habitación en la que estoy.
Verás, tengo una mesita con una ventana que da al mar, aunque el mar no está fuera, es solo una foto, pero no sé, este año me apetecía ver el mar. Tengo un sofá, una tele, y un par de libros. Por lo visto estos últimos suponen también un peligro para mí. Aquí incluso las ideas son peligrosas. Tengo una máquina de correr y una bicicleta y por último, una cama; una pluma que he de rellenar, porque cambiar de bolígrafos o de lápices es también peligroso. Con el papel se han asegurado de comprar un lote muy grande con la misma textura y que todos los papeles provengan de la misma masa.
Supongo un peligro para todos los demás y para mi misma. Así que ahora me puedo reír de Gran Hermano, el ojo que todo lo ve, yo no tengo uno, o una, tengo cientos. Todo está motorizado en mi habitación. Mi vida es la habitación en la que estoy.
Verás, tengo una mesita con una ventana que da al mar, aunque el mar no está fuera, es solo una foto, pero no sé, este año me apetecía ver el mar. Tengo un sofá, una tele, y un par de libros. Por lo visto estos últimos suponen también un peligro para mí. Aquí incluso las ideas son peligrosas. Tengo una máquina de correr y una bicicleta y por último, una cama; una pluma que he de rellenar, porque cambiar de bolígrafos o de lápices es también peligroso. Con el papel se han asegurado de comprar un lote muy grande con la misma textura y que todos los papeles provengan de la misma masa.
Una vez he leído
sobre como se hace el papel: arce, abedul y álamo, esas son las maderas que
utilizan, las cortan en trocitos y luego hacen una pasta. Esa pasta deja como
un moco marrón y eso lo quitan y lo queman; el resto de la pasta, la blanquean
y a partir de allí unas máquinas hacen el papel. ¿Veis? Se trata solo de un
proceso que se repite una y otra vez. Mi vida es parecida. De lo que estoy echa
aún no lo sé, ni ellos no lo saben, pero cada vez que toco algo nuevo, algo que
nunca antes de palpado, parece como si me cortaran en trocitos, y el resultado
es muy pastoso. Me deja echa polvo, un triste polvo, y solo después de pasar
por muchas máquinas que me examinan, me blanquean y se me
pasa el resfriado.
Unos lo llaman
don, yo lo llamo aburrimiento y miedo. Porque aunque me encantaría salir de
aquí y ver de verdad el mundo, hay otro problema: el problema se vuelve de
todos. Cada vez que toco algo, mi piel intenta protegerse, así que imita el
material, dependiendo cuanta superficie de mi cuerpo se ve expuesta me afecta
más. Así que si es fuego ya puedes correr. Lo bueno es que con el tiempo me
vuelvo inmune. Con tiempo y sufrimiento.
Por ejemplo, no
siempre pude ducharme, al principio tocar el agua era tan doloroso que me
dejaba sin sentido, así que me limpiaban con toallitas, y poco a poco añadían
una gota más de agua. Dicen que el cuerpo está formado de un 70% de agua, pues
imagínate que pasaría si se completara ese treinta por ciento, que le pasaría a
los órganos.
Al principio me
llevaba años enteros a poder hacerme inmune, ahora mi récord ha sido de dos
meses. Acostumbrarme a la cáscara de una banana. Sí puede sonar estúpido, pero
me gustan, y aunque cada vez que me tomo una quema no me importa. Ya me he hecho a la idea y es
como si no lo sintiera, aunque el dolor siempre está allí. Y esto se aplica a todo,
lo curiosos es que ni la comida ni el agua no me hacen daño. Ni el veneno me
hace daño. Eso lo sé porque mi madre intentó envenenarme de pequeña para que
dejara de sufrir y no me pasó nada.
Mi pobre madre. Eventualmente se volvió loca, o la convencieron de ello y me separaron tanto de ella como de mi padre. Ellos tuvieron un respiro y reciben una buena paga cada mes del Gobierno para olvidarse de mi existencia.
Mi pobre madre. Eventualmente se volvió loca, o la convencieron de ello y me separaron tanto de ella como de mi padre. Ellos tuvieron un respiro y reciben una buena paga cada mes del Gobierno para olvidarse de mi existencia.
Y te preguntarás,
¿por qué razón? Soy el eslabón perdido de algo, la nueva rama de la evolución
(eso sí que sería un fastidio). Pues es simple. Ser japonesa, vivir en Japón,
que tu padre trabaje para una planta nuclear, y que a tu madre le de por
parirte justo el día en el que el mundo, o alguien con los medios necesarios
para producir un terremoto que luego iba a desencadenar un maremoto, lo explica
en parte. Luego también puede ser que mi madre haya comido mucho en el McDonads o
simplemente que sea rara, o… voy a parar ya, porque podría seguir con esta
conversación mental mucho, pero que mucho rato. Y mi guardia se ha dormido.
¡No me lo puedo
creer! Es decir, ¿que soy yo? Soy tan aburrida de mirar, vale que mi vida sea
aburrida, pero ser rara tiene sus ventajas, ya que mi rareza me hace única y es
un poco insultante que se duerman.
Ah, se me ha
olvidado una cosita… mis otros sentidos… bueno digamos que… y esto no se lo
digas a nadie…pero digamos que el tacto no es lo único raro que tengo, pero
esto aún es un secreto que no pienso revelar.
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