lunes, 20 de enero de 2014

Sentidos- Capítulo 1

¿Sabéis esa sensación de sentirte siempre vigilado?, ¿vigilada? Miras siempre de un lado para el otro asegurándote de que todo sigue en el mismo orden, de que esa persona que te acaba de mirar extrañamente y te ha hecho estremecer hasta los huesos, es simplemente una persona más. O mejor aún, cualquier objeto fuera de lugar es algo que te hace desconfiar, ¡qué alguien ha estado por aquí! ¡lo sé!
Bueno pues ese no es mi caso,  ya me gustaría a mí que mi vida fuera tan interesante como para preocuparme por eso.
Mi vida, que digo, yo soy rara. Pero no es mi culpa, nací así. 
Supongo un peligro para todos los demás y para mi misma. Así que ahora me puedo reír de Gran Hermano, el ojo que todo lo ve, yo no tengo uno, o una, tengo cientos. Todo está motorizado en mi habitación. Mi vida es la habitación en la que estoy. 
Verás, tengo una mesita con una ventana que da al mar, aunque el mar no está fuera, es solo una foto, pero no sé, este año me apetecía ver el mar. Tengo un sofá, una tele, y un par de libros. Por lo visto  estos últimos suponen también un peligro para mí. Aquí incluso las ideas son peligrosas. Tengo una máquina de correr y una bicicleta y por último, una cama; una pluma que he de rellenar, porque cambiar de bolígrafos o de lápices es también peligroso. Con el papel se han asegurado de comprar un lote muy grande con la misma textura y que todos los papeles provengan de la misma masa.
Una vez he leído sobre como se hace el papel: arce, abedul y álamo, esas son las maderas que utilizan, las cortan en trocitos y luego hacen una pasta. Esa pasta deja como un moco marrón y eso lo quitan y lo queman; el resto de la pasta, la blanquean y a partir de allí unas máquinas hacen el papel. ¿Veis? Se trata solo de un proceso que se repite una y otra vez. Mi vida es parecida. De lo que estoy echa aún no lo sé, ni ellos no lo saben, pero cada vez que toco algo nuevo, algo que nunca antes de palpado, parece como si me cortaran en trocitos, y el resultado es muy pastoso. Me deja echa polvo, un triste polvo, y solo después de pasar por muchas máquinas que me examinan, me blanquean y se me pasa el resfriado.
Unos lo llaman don, yo lo llamo aburrimiento y miedo. Porque aunque me encantaría salir de aquí y ver de verdad el mundo, hay otro problema: el problema se vuelve de todos. Cada vez que toco algo, mi piel intenta protegerse, así que imita el material, dependiendo cuanta superficie de mi cuerpo se ve expuesta me afecta más. Así que si es fuego ya puedes correr. Lo bueno es que con el tiempo me vuelvo inmune. Con tiempo y sufrimiento.
Por ejemplo, no siempre pude ducharme, al principio tocar el agua era tan doloroso que me dejaba sin sentido, así que me limpiaban con toallitas, y poco a poco añadían una gota más de agua. Dicen que el cuerpo está formado de un 70% de agua, pues imagínate que pasaría si se completara ese treinta por ciento, que le pasaría a los órganos.
Al principio me llevaba años enteros a poder hacerme inmune, ahora mi récord ha sido de dos meses. Acostumbrarme a la cáscara de una banana. Sí puede sonar estúpido, pero me gustan, y aunque cada vez que me tomo una quema no me importa. Ya me he hecho a la idea y es como si no lo sintiera, aunque el dolor siempre está allí. Y esto se aplica a todo, lo curiosos es que ni la comida ni el agua no me hacen daño. Ni el veneno me hace daño. Eso lo sé porque mi madre intentó envenenarme de pequeña para que dejara de sufrir y no me pasó nada. 
Mi pobre madre. Eventualmente se volvió loca, o la convencieron de ello y me separaron tanto de ella como de mi padre. Ellos tuvieron un respiro y reciben una buena paga cada mes del Gobierno para olvidarse de mi existencia.
Y te preguntarás, ¿por qué razón? Soy el eslabón perdido de algo, la nueva rama de la evolución (eso sí que sería un fastidio). Pues es simple. Ser japonesa, vivir en Japón, que tu padre trabaje para una planta nuclear, y que a tu madre le de por parirte justo el día en el que el mundo, o alguien con los medios necesarios para producir un terremoto que luego iba a desencadenar un maremoto, lo explica en parte. Luego también puede ser que mi madre haya comido mucho en el McDonads o simplemente que sea rara, o… voy a parar ya, porque podría seguir con esta conversación mental mucho, pero que mucho rato. Y mi guardia se ha dormido.
¡No me lo puedo creer! Es decir, ¿que soy yo? Soy tan aburrida de mirar, vale que mi vida sea aburrida, pero ser rara tiene sus ventajas, ya que mi rareza me hace única y es un poco insultante que se duerman.

Ah, se me ha olvidado una cosita… mis otros sentidos… bueno digamos que… y esto no se lo digas a nadie…pero digamos que el tacto no es lo único raro que tengo, pero esto aún es un secreto que no pienso revelar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario